La IA de Visa y el futuro de los pagos inteligentes

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¿Alguna vez tu app bancaria te ha sugerido comprarte… un Lamborghini? No es broma. A Sarah Lazlo, directora de plataformas de aprendizaje automático en Visa, le pasó. Y si bien la oferta no era del todo realista (spoiler: no venía con descuento), nos sirve como entrada perfecta a un tema más grande y emocionante: ¿cómo está usando Visa la inteligencia artificial para transformar nuestra experiencia con el dinero?

Spoiler: están haciendo mucho más que evitar fraudes.

Más que tarjetas: Visa como potencia tecnológica

Cuando pensamos en Visa, solemos imaginar una tarjeta con chip o una app para pagar. Pero detrás de cada transacción hay un enorme ecosistema tecnológico. Sarah Lazlo lidera una parte clave de eso: la infraestructura de inteligencia artificial que permite a Visa tomar decisiones inteligentes a gran escala, y hacerlo en tiempo real.

Desde la detección de fraudes hasta la personalización de ofertas, pasando por experimentos con “agentes” que podrían comprar tus vacaciones por ti, la IA está en el corazón de las operaciones.

Detectives virtuales contra el fraude

Empecemos por lo básico: la seguridad. Cada año, millones de intentos de fraude son bloqueados gracias a algoritmos de aprendizaje automático. Y como bien explica Sarah, incluso mejoras marginales en esos sistemas pueden traducirse en millones de dólares ahorrados.

¿Cómo lo hacen? Con modelos que aprenden de patrones en billones de datos y se adaptan continuamente. Es una especie de juego del gato y el ratón entre los sistemas de seguridad y los defraudadores, donde la IA necesita estar siempre un paso adelante.

Personalización con cabeza (y sin invadir tu privacidad)

El siguiente paso es hacernos la vida más fácil. Literalmente. Visa está trabajando en recomendaciones más inteligentes: desde sugerencias de productos relevantes hasta ofertas personalizadas que, idealmente, no incluyan superdeportivos inalcanzables.

Pero aquí viene el dilema: ¿cómo hacer todo esto sin comprometer tu privacidad?

La respuesta está en crear «representaciones abstractas» del usuario: modelos matemáticos que capturan tus preferencias sin revelar datos sensibles. En otras palabras, la IA intenta conocerte sin invadirte.

Agentes que compran por ti (sí, como un asistente personal)

¿Y si pudieras decirle a una IA: “quiero ir a Grecia en agosto, encárgate de todo”? Esa es la visión de agentic commerce que Visa está explorando: asistentes inteligentes que, con acceso limitado y seguro a tus credenciales, podrían encargarse de tareas complejas como planificar un viaje completo según tus gustos, millas acumuladas y presupuesto.

No estamos ahí todavía, pero ya se están construyendo las bases.

El lado B de la IA: infraestructura, eficiencia y mucho trabajo invisible

Implementar IA no es solo crear modelos bonitos. Como cuenta Sarah, Visa opera sus propios centros de datos (en lugar de depender del “cloud”) por motivos de privacidad y regulación. Eso implica un gran esfuerzo para aprovechar cada GPU al máximo, incluyendo la virtualización (darle a cada tarea una parte de una tarjeta gráfica en lugar de una entera) para ahorrar recursos y dinero.

De hecho, uno de sus mayores logros fue usar IA generativa para traducir código antiguo (en un lenguaje tan obsoleto que ya nadie en la empresa lo dominaba) a Python. El resultado: un ingeniero, asistido por IA, modernizó 50 procesos y ahorró 5 millones de dólares en tres meses.

¿IA en cadena de montaje?

Sarah también habla de un concepto que está ganando fuerza: la “fábrica de IA”. Se trata de tener un flujo automatizado y estandarizado para que un modelo pase de idea a producción rápidamente. Algo así como una cadena de montaje de modelos, pero sin perder del todo el arte detrás del proceso.

¿El riesgo? Que esta estandarización mate un poco la parte creativa del desarrollo de IA. ¿La ventaja? Que permite reaccionar más rápido, especialmente cuando los “malos” cambian sus estrategias constantemente.

¿Y ahora qué?

Visa lleva décadas usando inteligencia artificial, pero el ritmo y las posibilidades actuales abren nuevos horizontes. Personalización sin comprometer la privacidad, agentes que actúan por ti, optimización interna radical… Todo apunta a un futuro donde la experiencia de pago será cada vez más fluida, inteligente y adaptada a ti.

Claro, siempre y cuando la IA no insista en ofrecerte un Lamborghini.

¿Te gustaría que una IA se encargue de tus compras o vacaciones?

¿Hasta qué punto estarías dispuesto a ceder tus datos por conveniencia?

Quizá no estamos tan lejos de responder a estas preguntas… con la tarjeta en la mano.